Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Dos claves:
1.ª: Tener la mente en blanco. La intuición toma la decisión.
2.ª: No se hacen apuntes, ni encajas, hay que dibujar como los críos a lo bruto. Lo importante es que cuente algo. Solo existe el "Aquí y ahora; no hay pasado ni futuro".

... Y tener presente que el trazo muestra un estado de ánimo, de emoción.
Jorge Arranz, 11 de junio de 2011.

Con estas dos claves me desperté el domingo, con mi horario habitual de corredor. Me dirigí a la cocina y desayuné con prisa, los nervios me hacían engullir los cereales, sin haber terminado de masticar el plátano. Creo que intentaba paliar el hormigueo de los nervios con la comida.
Por delante quedaban 3 largas horas de espera hasta las 10, junto a la cafetería del Bellas Artes, punto de encuentro del grupo. Para intentar relajarme, procuré recordar la charla de Jorge Arranz en la tarde de ayer, y contagiarme de esa ilusión por le trazo con la que nos hizo disfrutar en su amena charla. Pasado un rato, me dispuse a preparar todo lo necesario para la excursión, al tomar en mis manos unos cuantos lápices comprados en día de antes recordé fugazmente la contestación de una persona del museo a mi pregunta: "¿Hace falta algún material específico? –No, solo con lo que tu dibujes–" Joder!!, si llevo casi diez años sin tener ninguno en mis manos, por ello me puse a buscar con urgencia entre las cajas, los lápices acuarelables con la estúpida idea de que "esos ya me conocen, no tengo que domesticarlos", sin embargo al encontrarlos, les soplé con fuerza para quitarles el polvo y la nostalgia, pero en ese mismo soplo hizo reanimar fantasmas y miedos; por lo que opté por volver a guardarlos en el mismo sitio.
Con mi mochila habitual de las carreras y llena de nuevos materiales, con propuestas ilusionantes, y con un rincón reservado para los temores e inquietud, me dirigí a la Gran Vía y su confluencia con Alcalá. Durante el viaje intentaba acomodar mis oídos a un ritmo sosegado que calmase mi ansiedad por retomar una actividad que de niño me había proporcionado tanto relax como imaginación. Al llegar al lugar, se encontraban conversando Jorge y un "paseante" como yo, cargados ambos con su cuaderno de viaje en la mano esperando ser rellenado. Durante la agradable espera Jorge nos dice "Jo!!, son casi las diez, esperamos unos 5 minutos más y nos ponemos a dibujar. ¿No teneis ganas?"; si yo te contase me dio ganas de contestarle, mientras las piernas comenzaban a temblar mientras miraba y oía a mis compañeros "paseantes".
Dado el pistoletazo de salida, busque un enfoque de la Gran vía, y me dije "este es perfecto", me da profundidad de campo, no existe gran contraste de luces; y como carecía de cuaderno de viaje, mi bloc agenciado para la ocasión era grande de formato como para cubrir dicha vista. Comienzo tranquilo intentando que la intuición decida; pero esta se encuentra tan dormida que no se despierta ni gritando fuertemente en mi interior, por lo que decido después de un tiempo de contemplación que dibujaré a lo bruto como los niños pero repasando las veces que sean necesarias las líneas hasta que me dé confianza. El primer tacto del lápiz es extraño, lo tomo con cuidado entre las manos y le presento al papel, dejándoles que se conozcan mientras observo con detalle la estampa, la cual insistentemente la sustituyo por el cuadro de Antonio López en mi imaginación; respiro profundamente y trazo las primeras líneas, cuales tendré que borrar apresuradamente pues no encajaba, pero pasado un par de intentos decido cambiar de papel y comenzar enfocado solo en partes de un edificio, pues después de una década de descanso la mente no es capaz de encajar la perspectiva y calcular proporciones.


Pasada una hora aproximadamente, y comprobando que me he equivocado de tamaño de cuaderno con las únicas armas de un lápiz HB y un rotulador de 0,5 para cubrirlo, decido cambiar de ubicación y subir por la Gran Vía con el objetivo de captar el edificio de Telefónica. Cansado de estar de pie y con el bloc entre los brazos encuentro un pollete antes de llegar al edificio y observo que hay una gran perspectiva para dibujar, y decido sentarme y empezar a dibujar; algunos turistas se paran para ver como comienzo y aprovecho para subir la música y evitar distraerme, pero pasado un rato compruebo que el edificio es muy complicado, me cambian los detalles o quizá la vista comienza a habituarse y observar más elementos del edificio ocultos en el primer vistazo.


Pasadas las 12, decido cambiar de ubicación, saltaré a Callao; el calor comienza a apretar y al llegar a la plaza busco un rincón con sombra y que me aleje de los turistas y sus miradas indiscretas que distraen. Decido buscar un rincón bajo la cornisa del cine Callao, y me encuentro con dos "paseantes" llenas de entusiasmo en su conversación y graciosas en sus trazos. Decido dibujar el edificio de la Fnac.


Pasadas la 13 horas, el cansancio comienza a aparecer, son demasiadas horas seguidas y como en el runner, hay que saber dosificar, tomo rumbo a plaza de España el punto de reunión final y aprovecho para dar un paseo y estirar las piernas. Al llegar a plaza decido sentarme en el césped a la sombra, contemplo los edificios y a estar tan cerca decido descartarlos pues estoy cansado y la perspectiva en el primer intento no consigo representarlo, con lo que decido dibujar la fuente y esperar al grupo.

A última hora recordé las claves, y decidí con rotuladores ser un niño.


Jorge Arranz y Enrique Flores con otros "paseantes", manos a la obra.


Todos reagrupados desplegamos nuestros trabajos en el suelo y comentamos, me encuentro en un segundo plano observando boquiabierto el trabajo de los asistentes, pero me encuentro contento no por el resultado, sino por el éxito de estar ahí.
Hasta el próximo domingo.

Toca exponerse y mostrar lo intentado.

Que gozada observar algunos trabajos y su forma de trabajar.




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