Un constante billete de ida y vuelta

La crónica se podría resumir en "Soy Maratoniano", pero el cuerpo me pide que me explaya después de 18 semanas intensas de entrenos; de madrugones; de entrenar durante horas en solitario; de superar temores ocultos; de competir conmigo mismo cada vez que me calzaba unas zapatillas; de vencer las dudas que surgieron hace más de un año; y porque tengo ganas de compartirlo con vosotros.

Según los expertos hay que descansar muy bien, evitando los experimentos extraños surgidos por los nervios, como por ejemplo tomar una bebida energética con taurina la noche de autos; pues puede que te encuentres acostado oyendo a los vecinos festejar el resultado de el partido y oír el postpartido hasta su desconexión y aun así con los ojos abiertos como platos.

Me levanto temprano para desayunar con tranquilidad y pegarme una ducha motivadora con agua "casi" fría para que hiciese perder los temores y miedos por el desagüe de la bañera, me pongo un rato el ipod para motivarme mientras le doy un último repaso al material. Bajo al portal donde había quedado con mi compañero Fernando, y mientras compruebo que llegan los primeros policías para cortar las calles, nos dirigimos al metro, y según nos acercamos comprobamos que el ambiente es distinto al habitual, se caracteriza porque la gente va uniformada con un pantalón corto y un bolsa de plástico en una de las manos. Ya en los vagones se podía comprobar los últimos retoques con cremas, vaselina, los últimos ajustes de calcetines, estirar la camiseta y el dorsal, retocar las pantorrilleras y demás manías.

De llegada a Banco de España nos encontramos los camiones del ropero y poco tiempo después nos despedimos de nuestra agua amarilla (como les gustaba decir a los Toreros muertos), para dirigirnos andando a la línea de salida; son las nueve menos cuarto y la salida está petada, intentamos sortear a varios grupos hasta que damos con un muro que no nos permite pasar, aprovechamos para dar unos saltitos y estirar las piernas, y nos percatamos que estamos muy atrás en el cajón de las 5:00 horas, faltan diez minutos y casi no nos podemos mover, y menos oír a la megafonía. Por sorpresa se oyen aplausos que como una ola avanza hacia nosotros y damos unos gritos de ánimo y nos decimos !!vamos!!, en un principio empezamos andando lentamente hasta pasar por la línea de salida. Damos nuestros primeros trotes, nos lo tomamos con cierta calma, pues hay que sortear ciertas glorietas y aún vamos muy agolpados; durante los primeros metros algo se percibe que es distinto a un entreno normal; vamos algo más callados y pienso si Fernando con su experiencia ahorra energía así, habrá que ir con cuidado. La Castellana con su pendiente constante empieza a abrir huecos entre los corredores, y pasado el 2 la gente comienza a gritar con jubilo haciendo que nos fijemos en el primer clasificado del diez mil que baja en sentido contrario al nuestro hacia la meta del retiro y pienso "pues no me queda". Alrededor del Benabeu se produce unos de los momentos más emocionantes, nos separamos los participantes del maratón de los del 10k, con aplausos y piques mutuos, cruzamos por un arco con una flecha dibujada a la izquierda donde se puede leer "Maratón de Madrid", "bueno ahora es cuando empieza de verdad", nos decimos mientras nos miramos; y un corredor metros después nos lo recordaba cuando pasábamos el 4 y le oíamos decir "me quedan 38". Este punto da paso a un recorrido que serpenteamos callejuelas hasta retomar la castellana para coronar en Plaza de Castilla el punto más alto, ahora tocaban una serie de toboganes y en el 8 adelantamos a los globos de 4:30h, lo cual nos hace pensar que vamos a buen ritmo pero que nos va tocar mantenerlo aprovechando el recorrido descendente por Avda. de Pio XII y Principe de Vergara. Llegamos al punto más bonito desde dentro de la carrera (a mi entender), la cuesta de Joaquín Costa desde la cual nos permite contemplar la calle Raimundo Fernández en su totalidad hasta Cuatro camino y observando a lontananza un sinfín de colores recorriendo este trayecto. Según descendemos hasta el puente oteamos unos globos y nos damos un respiro pues imaginamos que son los de las 4:00h, subiendo con cierta precaución Cuatro caminos. donde nos espera el primer bullicio y jolgorio del maratón. Desde este punto nos toca un descenso espectacular hasta Sol y hay que regular para no dejarnos ir por lo engañoso del recorrido. Bajamos Guzmán el Bueno y noto ciertas molestias en los píes que me hacen pesar que las ampollas van hacer presencia, pues el día va a ser caluroso y mis pies son excesivamente delicados, pero no volveré acordarme de ellos. En Alberto Aguilera adelantamos al globo de las 4 horas y aunque decidimos mantenerlo durante un rato nos dejamos ir por la euforia que produce alcanzarlo y por el recorrido favorable de la calle Fuencarral.

En Gran Vía el calor de la gente se hace patente, y son los preámbulos para la zona de sol, donde la gente se vuelca con los corredores y son constantes los aplausos, los ánimos, los gritos. Lo cual hace difícil tener la cabeza fría, para no dejarse ir por la alegría contagiosa de los espectadores, tomamos la calle Mayor pero en sentido contrario al entrenado casi todos las sesiones de cuestas, y llegamos al punto donde nos espera Luisa, a la cual grito (la pobre nos pide que esperemos para hacer una foto, los siento el corredor no para mientras tenga fuerzas), su presencia me da un empujón de ánimo antes de adentrarnos en la zona oscura del Maratón, el tunel de la calle Bailén; se produce a su entrada un ensordecedor grito de todos los corredores, lo cual entiendo como un grito de protesta por el humillante trato a esta carrera y a sus participantes, la cuesta de salida del túnel se atraganta un poco y sirve como preámbulo al medio maratón, desde donde empezará otra carrera.

Pasamos la media maratón en 1:49:32 según mi crono y oigo a gente decir sus tiempos y compruebo que hay gran diferencia lo cual me hace darme cuenta de lo retrasados que hemos salido y lo rápido que hemos avanzado; desde la media comienza una nueva etapa del maratón, pues habíamos abandonado la zonas turísticas y conocidas por participar en alguna carrera; para pasar a la zona donde he entrenado y paseado durante estos meses de atrás; desde aquí hasta meta, conozco la carrera en su totalidad, por lo que tengo sensaciones opuestas, la alegría de reconocer la zona de entrenos matutinos y el miedo que me produce reconocer su perfil. Descendiendo Pintor Rosales un corredor nos dice "vamos que nos queda menos" a lo cual le contesto "eso es lo peor, que no sabemos si es para bien o para mal", pues en la Avda. de Valladolid la sombra desaparece y el calor empieza a calentar las cabezas más de lo que las calentamos nosotros con nuestras absurdas ideas y temores.

Cruzamos Príncipe Pío, saludo nuevamente a Luisa que nos espera para hacernos un vídeo (según ella "es muy complicado reconoceros con tanta gente) y el simple hecho de verla me carga las pilas, descendemos para entrar en nuestra CdC. Fernando me advierte "no te cebes, vamos a regular", en este tramo surgen dudas, pues estamos al límite de los kilómetros máximos entrenados en la tiradas largas y a partir de aquí no se controla las respuestas del cuerpo y su asimilación. Las fuerzas pasados el 29 empiezan a flojear algo, pues la entrada a la Casa de Campo es dura con una subida inapreciable pero que castiga las piernas durante los seis largos kilómetros que se recorren por sus parajes, los cuales llega un momento que no reconozco por la cantidad de corredores que circulamos por ella. Llegamos al 31 y estoy alerta para ver a Robert (que nos ayudaría a hacer los 12 últimos), aprovechamos para relajarnos y despejar la cabeza, aunque a Fernando lo veo muy callado y con la cabeza algo baja. Llegamos al 32 y se suma a nosotros Fernando junior, me alegro al verlo pues sé que esto supondrá una inyección de motivación para mi querido compañero, éste se coloca al lado de su padre para motivarlo y escoltarlo (me encanta ver la buena relación que tienen entre ellos, son prácticamente amigos). Pasamos por Virgen del Puerto y surgen dudas preocupantes pues Fernando empieza a comentar que se va a quedarse por la zona de casa, intentamos animarlo todos pero lo noto roto, desanimado y aunque "nanete" lo anima (como le gusta a su padre llamarle), la decisión estaba tomada.

Al coronar la cuesta de la calle Segovia, Fernando se despide de nosotros, le doy la mano como muestra de gratitud por lo que me ha enseñado durante este tiempo, después de su renuncia me queda un sabor agridulce, durante meses hemos compartido una ilusión y la mía se había convertido en entrar juntos a meta; y la idea de haber forzado demasiado el ritmo me hace sentirme culpable los kilómetros siguientes. Robert me anima sin parar, comenta que voy muy bien pasamos cerca de Pirámides y Luisa me grita, a la cual veo acompañada de Berta. Las fuerzas empiezo a notarlas escasa, e intento regular pues cruzado embajadores un dolor en el muslo derecho hace presencia, pido réflex y llegando a Atocha decido tomarme el último gel para que me ayude a llegar. Los últimos kilómetros se me hacen muy duros, la piernas las noto hechas un palo y los gritos de mis dos centinelas casi nos las oigo, pues mi cabeza solo tiene espacio para un pensamiento, la desagradecida cuesta de Alfonso XII, en la cual tengo que parar para andar durante un rato; Robert no deja de animarme (al cual tengo agradecer esos últimos kilómetros, pues sino estuviese él a mi lado, me cae la minutada) me repongo después del último avituallamiento y me motiva saber que está tan cerca el final. A Fernando junior, lo hemos perdido y es que a su edad es difícil retener esa fuerza e ímpetu.

Entramos en el paseo de coches del Retiro, Robert continua a mi lado y casi consigue que me salten las lagrimas con sus últimos gritos de apoyo y aliento, compruebo que se acerca hacia nosotros uno de la organización (esto lo vivi al contrario el año pasado) y le grito "!!!Gracias tío!!!", mientras apartan a Robert de mi lado, delante quedan los dichosos 195 metros con sus 71 cm de premio de este año. Se acabó, es lo único que pienso al parar el crono (lo siento JCarlos, la sonrisa no se dibujó).

Cruzo la meta, intento recuperar el aire y centrarme durante un tiempo pues el calor hace estragos, miro intentando encontrar a Fernando entre la cantidad de corredores, pero no lo consigo (me hubiese gustado darle un abrazo, como sustituto de su padre). Después de más de veinte minutos para recoger el último avituallamiento, al salir me encuentro con Luisa y Berta, me preguntan que he sentido al cruzar la meta y les contesto sinceramente: "!!!Alivio!!!". ¿Porqué alivio?, pues por no sufrir como había temido; por terminar un sueño deseado desde hace tiempo; por no haberme sentido sólo durante los 42 kilómetros; por desprenderme de cierto miedos; porque la falta de sueño durante más de cuatro meses se ha tomado su justa venganza y porque esto ha acabado felizmente. Mientras que estiro y repongo fuerzas, no dejo de observar la zona para encontrar a Robert (le debo una cervezas y más cosas) y como diría Ernesto !!!Gracias Friend!!!. Enciendo el móvil y me llega la primera llamada de las tres princesas felicitándome, lo cual dará el pistoletazo para las llamadas de familiares, amigos y compañeros, las cuales agradezco enormemente. Gracias a todos !!!

Sin embargo quedaba la llamada más dura, !!! Fernando te debo un maratón !!!

El resultado del Garmin, es el siguiente:

42,69 km en 3:51:09 (5:25) con 164 ppm (1º km en 5:53) ??ºC / Ride 2

tiempos de paso: 5:53 (1), 5:37 (2), 5:41 (3), 5:31 (4), 5:41 (5), 4:57 (6), 5:05 (7), 4:54 (8), 4:49 (9), 4:56 (10), 4:59 (11), 4:51 (12), 5:14 (13), 4:59 (14), 5:00 (15), 5:12 (16), 5:10 (17), 5:06 (18), 5:09 (19), 5:34 (20), 5:24 (21), 5:23 (22), 5:02 (23), 5:02 (24), 5:17 (25), 5:36 (26), 5:36 (27), 5:33 (28), 5:43 (29), 5:28 (30), 5:33 (31), 5:42 (32), 5:18 (33), 5:36 (34), 5:34 (35), 5:50 (36), 5:52 (37), 5:26 (38), 5:37 (39), 5:47 (40), 6:43 (41), 6:09 (42), 3:19 (195 m + 71 cm)

Mapoma dice:

Este es el motivo por elcual merece la pena esta carrera, por el final y sus gestos.

* Frase extraída de la película "300".