Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Me desperté con ganas de hacer tirada larga, y después de un tiempo de dubitación decidí salir con destino San Martín de la Vega o por lo menos intentar encontrar el camino que enlazara con el carril bici cuyo final se produce en dicha localidad.

Río Manzanares.


Salgo equipado con todo por lo que pueda y más, para evitar encontrarme cualquier sorpresa o problema, eso si, quizá demasiado tarde estando en puertas del mes de agosto, pero con ilusión tomo dirección Parque Lineal del Manzanares donde empalmaría con el camino que circula paralelo al río, hasta aquí todo normal hasta llegar al puente M-45, donde surgen las primeras dudas intento desviarme a la derecha e intentar llegar o seguir a unos bikers que parecen saber su destino y quizá coincida con el mío, algo que no sucederá pues después de varios kilómetros regresaba sobre mis huellas al estar cortado por las obras del Ave.

Puente de la autovía M-45.


Tubería convertida en puente.


Decido pasar sobre la tubería y después de inspeccionar el terreno y pensar que vuelvo a estar perdido decido tomar una calle asfaltada con la intención de volver a la civilización, me encuentro con un gasolinera junto a un puente donde diviso a unos ciclistas circulando sobre un asfalto rojo que se dirigen hacia mí a toda velocidad –!!Por fin!!– exclamo, a la vez que les grito ¿Para ir a San Martín?, !!Sigue todo recto!! me contestan ambos al mismo tiempo. Todo recto, la instrucción era sencilla, pero según me acercaba a Perales del río, más dudas surgían aunque pisar asfalto de color ladrillo facilitaban que no diese la vuelta en algún momento.
Cruzado el pueblo me encuentro las primeras señales indicando San Martín, por lo que solo queda continuar y tener fuerzas para poder regresar, de lo que dudo subiendo la cuesta de la Marañosa y pensar que a la vuelta el aire dará de cara.
Descendiendo con dirección a la Warner y tomo confianza viendo el final tan cerca, e imaginando que desciendo por la montaña rusa que se divisa a mi derecha; pasadas unas rotondas observo al fondo el pueblo con lo cual he conseguido el objetivo.


Ahora queda volver, son casi las doce y el calor aprieta, por lo que toca controlar las pulsaciones para no reventar pues queda una ascensión de un par de kilómetros antes de llegar al parque donde podré refrescarme en una de las numerosas fuentes. Vuelvo contento, pero muy, muy cansado.

Al final:
59,68 km (19,2 km/h) en 3:06:40 con 146 ppm

0 comentarios:

Publicar un comentario