Un constante billete de ida y vuelta

El sábado tocaba 60 minutos y sesión de Gym. Me levanté temprano, desayuné ligero y salté a la calle con la intención de no cargar mucho las pierna, se trataba de trotar y posponer el esfuerzo para las pesas, pero según avanzaba el entreno y recordaba lo que me esperaba luego e imaginaba como tendría las piernas el domingo, decidí cambiar de idea y la mitad del entreno que me faltaba subí el ritmo para terminar algo cansado y poder merecerme la ducha y porque no reconocerlo para que mi conciencia se quedase tranquila.

El domingo tocaba hora y media de sesión, y acompañado de Fernando, con el cual me había encontrado unos días antes y me había avisado de que se encontraba bien, lo cual me preocupo, y que fue confirmado esa misma mañana antes de empezar el entreno cuando me enseñó el crono de uno de sus entreno. Tiembla Pablo!!! –pensé– y no precisamente por el frío, sino por lo motivado que veía a mi compañero. Nos encaminamos con dirección CdC (a la cual añoraba), con la intención de hacer una tapia, Fernando ponía ritmo y yo le intentaba frenar quedándome un paso atrás en cada subida, y es que entrenar en "La Mancha" es lo que tiene que es lisa y cualquier cuestecilla la observamos como el Everest. Según avanzábamos observamos varias cosas; la primera, la dureza del terreno por las primeras heladas del año, y la segunda, los abundantes grupos de corredores con propósitos nuevos para el recién estrenado año, todos ellos con uniformes nuevos obsequiados por los "Reyes Magos", lo cual hizo recordar que las mallas eran nuevas y que tengo en el armario un par de cosas nuevas por estrenar. Al fin y al cabo todos buscamos motivaciones.

Avanzando !!!

Con todo ello y charlando durante todo el rato, planteándonos objetivos y pasamos un buen rato de domingo, donde terminé pidiendo la hora y alegrándome de ver tan fuerte y motivado a Fernando.