Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Domingo igual a primer aprueba del año.

Llevaba sin disputar una carrera desde mayo y quizá fue eso lo que pasó; o tal vez debería utilizar la típica excusa de que hay días en los cuales uno no va; o probablemente que llevaba la semana con el estomago algo tocado y encontrándome muy cansado; o que hacía mucho frío (-6º C, cuando llegamos a las 9:00 a punto de salida); o quizás, que calentamos poco tiempo; o incluso un cúmulo de todas estas, para explicar que internamente no estaba contento, pero lo que verdaderamente me dejo preocupado fueron las agujetas tan tremendas que me han dejado la media maratón del domingo, y ha esto último si que no le encuentro explicación, pues la semana anterior acabé con 51 kilómetros semanales y esta semana realicé un entreno de cuestas muy bueno que me dejo el cuerpo con muchas ganas de correr, por ello no entiendo como el cuerpo terminó tan castigado. Lo único positivo que obtengo es la fortaleza mental, pues desde el kilómetro 3, noté las piernas cansadas y con dolor, lo cual me preocupó algo durante la primera parte del recorrido que transcurrió por constantes toboganes pero con pendiente favorable. Pero que antes del kilómetro 11 quedó claro que no era el día, pues al intentar adelantar a un grupo para no perder la estela de Fernando, en ese cambio de ritmo noté las piernas sin fuerza como si hubiese realizado un sprint de mil metros a tope; por lo cual la ligera preocupación paso a alarma viendo que quedaba la parte más dura y que en esta carrera no hay vuelta atrás. Por ello no dudé en advertir a mi compañero "no voy!!!", –bajamos el ritmo y olvídate del reloj– me contestó. Lo cual era imposible porque las sensaciones eran tan malas que recurría al reloj como sosiego pensando "¿quizá vayamos demasiado deprisa y por ello las piernas no responden?", pero la realidad era que el ritmo era normal y "punto pelota" como sentencian mis sobrinas sus desacuerdos.
La primera parte estaba "superada", pues así comencé a pensar; entendí que dividiendo el resto de la carrera por tramos a superar de esta forma el calvario pasaría más rápido y ahora tocaba subir; después de girar los cuarteles. Y en este punto le dije claramente a Fernando que se fuese, pues le veía fuerte, demasiado fuerte para mi hoy. En ese momento agaché la cabeza sabiendo que eso significaba derrota, sin embargo paso una pareja junto a mí y pensé que no debía dejar pasar ese "tren" sino quería sufrir más de la cuenta. Con el paso del tiempo creo que el sol comenzó a desentumecer las piernas y fui tomando confianza, aunque en el kilómetro 15 el isquio izquierdo comenzó a hacerse notar, pero faltaba mil metros para coronar la ascensión y mi mente sólo pensaba en terminar la subida,  así en la bajada podría recuperar aliento, ánimo y algo de fuerzas. 
Pasado el kilómetro 17 creo ver al fondo a Fernando y mi primera idea es "no puede ser!!!", pero en otro intento de observar con más detalle contemplo la camiseta azul y pienso "¿O reviento en la subida, porque voy pasao; o Fernan ha pinchao?", pasado el 18, el terreno se inclina hacia arriba hasta la entrada a la pista de atletismo. A mi compañero cada vez lo veo más cerca y tengo la tentación de llamarlo, pero pienso mejor que si llego a su altura nos llevaremos una alegría y sino lo consigo no le estropeo el tiempo. En la glorieta donde se encuentra el último kilómetro lo tengo a 10 metros como mucho, pero el terreno vuelve a inclinarse más y el isquio dice que hasta allí ha llegado, sólo me queda clavar los dientes y seguir sufriendo hasta cruzar la meta.

El tiempo real final: 21,150 en 1:48:30 (1º km en 5:38) -6ºC / Ride 2 (no puedo añadir los parciales porque para ser el día completo el garmin dejo de registrar los parciales desde km 15). 


Comenzando las primeras rampas, Fernando se despega !!!

Fotos obtenidas del blog de Arganzboy 

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