Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Esta mañana mientras me dirigía en metro al hospital me he encontrado con mi hermana Belen y he querido pensar que era una buena señal.
Desde el momento de entrar he notado algo distinto; aunque es el mismo edificio de siempre, el interior no se parece en nada, se ha vuelto políticamente más luminoso, más minimalista, pero más impersonal, de hecho me han cambiado de planta; después de preguntar en el punto de información me han dirigido a la consulta de recepción de Alercología, y observando un poquito me he dado cuenta de que han desaparecido las paredes blancas siendo sustituidas por cristaleras semiopacas; y donde educadamente pero con un tono severo y estricto me han acompañado hacia una máquina para introducir mi DNI y a partir de ese momento no desprenderme de un papelito como si fuese mi boleto de lotería; a continuación me han aconsejado esperar mi turno en una sala. Al entrar en ella he observado como casi todos me miraban, o esa ha sido mi primera impresión; pasado un rato y observando más fijamente, he comprendido que miraban atónitos a un monitor situado encima mío, y aducido por la situación, minutos más tarde me encontraba con mi cita en una de mis mano y con la mirada fija al monitor esperando que apareciera iluminado el número "ALG03/6". 



–¡Bingo!–, he gritado interiormente al ver anunciar mi número, mientras me dirigía a mi sala, allí con algo de nerviosismo he confesado ante el doctor, mis síntomas, mis sospechas, mis temores y por su puesto mis preocupaciones; incluso incidiendo en mi mayor preocupación sobre la contaminación. Creo que viéndome tan angustiado, me ha dado una palmadita en el hombro remitiéndome a los resultados de la espectrometría que me harían a continuación. Al entrar en la enfermería, le advierto a la enfermera mi torpeza en la prueba, la cual tengo que repetir casi todos los años; toca la hora de inspirar y expulsar. Como un niño chico, soy felicitado, pero al comprobar los resultados me comenta que hay que volver a repetirla porque no son muy aceptables –creo que se va ha nublar el cielo–, suspiro mientras salgo a la sala de espera.



De vuelta a la consulta del doctor, éste me comenta que tenía razón en mi preocupación, que la repetición de las pruebas se comprueba que he ganado un porcentaje alto con respecto al primer ejercicio, y que ese porcentaje existente cree que puede ser ganado cambiando la dosis del inhalador. Pero sin embargo la experiencia me dice que con el tiempo al aumentar la dosis, el paciente asmático se habitúa a la medicación y ésta pierde su eficacia. Lo gracioso ha llegado cuando me aconseja que cuando entrene inhale una o dos tomas de Ventolin® un cuarto de hora antes. No he podido evitar sonreír, al ver la cara que ponía cuando le he dicho a la hora que entrenaba, –"Pues déjalo, pero si ves que durante varios seguidos empeoras, !Madruga más!– me contesta mientras reía.

Mientras tomaba un café antes de regresar al trabajo no podía dejar de pensar que sería de mí sino no practicase deporte con asiduidad y no llevase una vida más o menos saludable, incluso creo que llegado haber la visión de mí mismo sentado en un sillón de skay con una mascarilla conectada a una botella de oxígeno a mi lado.
Los corticoides asoman por el horizonte

2 comentarios:

Este no es mi Pablo. Lo del sillon de skay es algo que a todos nos llegara, pero que aun nos queda lejos y a ti como el que mas. Mucho animo y no dejes que la cabeza entrene por su cuenta.

JCarlos no es cuestión de cabeza, sino de falta de aire. Ya lo comprobarás este finde ¿kedada para el domingo?

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