Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

La semana va de consultas, consultas profesionales.


La cita del martes la tenía pendiente desde el pasado mes de marzo mientras preparaba el maratón, con la acumulación de kilómetros, los pies sufrieron infinidad de ampollas y las consecuentes uñas negras, etc., pero como no hay quien me toque los pies, o mejor dicho no dejo que me los toquen, para evitar el baile compulsivo y las consecuentes muecas sugestionadas por el roce, decidí hacerme autosuficiente; gracias en parte, a la experiencia conseguida con el camino de Santiago y lo aprendido observando a Luisa. Pero esta vez me he tenido que rendir y acudir al podólogo, pues una de las uñas me daba problemas e incluso me producía cierto dolor y tengo que reconocer que la experiencia engancha, eso sí mordiéndome el labio para evitar gritar y soltar algún movimiento epiléptico de la pierna al sentir cierto cosquilleo.
Pasada la vergüenza del primer momento al ver los pies y de darle mil excusas de porqué no había ido antes, me sumergí en un profundo silencio solo roto por ciertos monosílabos con los que intentaba no perder la concentración en evitar dar algún grito de nerviosismo.
Por la mañana sesión de carrera para hacer 5,3 km en 0:40:18 (1º km en 12:49) 7ºC / Jazz 12.

Foto obtenida de http://www.traveliux.com/ver_galeria.php?x=36


Y hoy he vuelto a pasar por la consulta de alergología, y tengo que confesar que no con cierto temor y algo nervioso; preocupación que no se ha desvanecido durante este mes. Durante un rato me ha tocado esperar pues enfermería no había comenzado, y durante el tiempo de espera entre repetición de pruebas, he intentado relajarme oyendo música, pero sin embargo han sido unas niñas las que han conseguido tranquilizarme y dibujarme una mueca, escuchando como comentaban a su abuela y sus madres respectivas, la realización de la espectrometía "¡a mí me cuesta mucho subir el pájaro!", le comentaba una a la otra, mientras que las madres le intentan dar todo tipo de mimos y atenciones, para que noten que ellas les acompañan; al salir la enfermera y llamar a Marga, la niña con el pelo rubio rizado, ha dado un salto nervioso y con un andar muy resuelto se ha dirigido velozmente a la silla adelantando entre las piernas a la enfermera; la pequeña tenía prisa se había perdido la excursión del cole y quería volver pronto a casa. 
Y observando este tipo de escena, es inevitable que recuerde a mis padres acompañándome de niño a nuestras visitas a Ciudad Real; visitas largas, aburridas y llenas de incertidumbres, donde recuerdo a mi padre sentado, callado y con un gesto nervioso aun lado mío y mi madre angustiada por mi sufrimiento al otro. Aún creo que ambos sufren cuando me oyen decir que voy a preparar el maratón o correr tal carrera y recuerdan mis ataques de asma.
Antes de ir a la Fundación esta mañana tocaba sesión suave para acostumbrar al cuerpo a 4 sesiones semanales de entreno: 3,5 km en 0:30:05 (1º km en 14:18) 5ºC / Jazz 12.

Fundación Jiménez Díaz.

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