Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Pasadas tres semanas desde el maratón, la adrenalina comienza a acumularse después del descanso, pero he consigo apaciguarla con los traslados en bici de casa a la oficina y viceversa, y las intensas jornadas de trabajo que se producen en esta época. De hecho durante las 2 ultimas semanas he apagado un día sí y otro también, el despertador cuando este sonaba; incluso creo que dormido he llegado a cambiar la hora para que no me despertase de mi merecido descanso. Incluso creo que inconscientemente he suplido los entrenos, por la ingesta incontrolada y compulsiva de alimentos durante estos días pasados.
Desde que planifique el pasado reto, siempre tenía en la agenda algo que hacer, un entreno previsto para tal día, una carrera para ese otro día, entreno compartido para el domingo, etc., pero ahora miro la agenda y está vacía, sin entreno previsto, sin objetivo a la vista; lo cual te hace pasar de una fase tranquila durante cierto tiempo, a otra desconcertante, tienes la sensación de olvidar algo; la cual creo que se debe a la fase de desintoxicación, pero tranquilos que aún no han llegado las convulsiones.
Lo peor ha surgido hoy, desde que ayer que vi las primeras gotas de agua caer, ya tenía la justificación perfecta para no salir hoy, no me apetecía, incluso puse de excusa, ir a la Galería La Fabrica para ver una exposición que tengo pendiente de Oscar Muñoz, aun sabiendo que estaría cerrada, pero pensé –¡Quien sabe, quizá me equivoque y esta abierta!, esas cosas pasan y más si he sido yo quien ha pensado que estará cerrada–. Me puse los cascos, las gafas de sol y de paseo hasta la galería; la mañana era soleada pero hacía fresquito a la sombra aunque no impedía llevar manga corta, mientras oía los nuevos temas The gift, con la intención de llenar mis oidos de esa voz rota y rasgada que posee Sónia. Necesitaba como el respirar, pasear por la ciudad con el sol en lo más alto, contemplar a la gente, notar la ciudad viva, pasear sin prisa, observar sin descaro las pequeñas historias que poseen cada uno de los que me cruzo, imaginar con intriga el porque de sus actos y dejar volar la imaginación para tomar impulso e inventar relatos e imágenes.
Según avanzaba a Atocha empecé a ver camisetas de un color rosa-fusia, y recordé que las mujeres también corren, pero corren por un motivo que las une, pude comprobar que me las cruzaba con una sonrisa en la boca, como si hubiesen ganado una batalla, comprobé que a diferencia de nosotros casi todas regresaban en grupo, incluso otras cogidas de la mano de sus pequeños, los cuales las miraban como heroinas; y pensé que este es el verdadero motivo de correr, disfrutar de compañía, practicar deporte con humor y desconectar del estrés diario que nos rodea.
Como era de suponer la exposición estaba cerrada, pero hoy he ganado motivación para reanudar mi practica favorita.

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