Mucha gente pero se corría fluido; no hay tropiezos ni pisotones, el terreno asfaltado mojado con barro y con algunos charcos; los primeros metros pasan deprisa y con los cinco sentidos puestos en los que corren al lado; pasamos el primer globo que marca el kilómetro 1, y segunda sorpresa 4:57. Robert por delante de mí tira con ganas y le sigo con prudencia pues pienso que es una barbaridad ese tiempo para estar fríos, los siguientes kilómetros levantamos ligeramente el acelerador hasta entrar en los Jardines del Príncipe, a la altura de 5 y medio me doy cuenta de que Robert no estaba a mi lado, hago un intento de buscarlo, pero al no verlo y temer caer como el año pasado decido seguir mi ritmo, me encuentro fresco aun yendo a ritmos más fuerte de los entrenados, al encarar la calle de la Reina donde estaba situado el 8 alargo la zancada, me ilusiono sabiendo que puedo bajar de 50, las piernas sienten el esfuerzo y aun así la última cuesta la paso rápida, volvemos a tomar la recta de salida y aprieto los dientes sabiendo que a las piernas le quedan pocas fuerzas hasta la meta.

Paro en 48:34 mi reloj, y me llevo la gran sorpresa, las piernas se recuperan muy pronto y devoro la naranja que nos dan para que nos dirijamos a por la bolsa, donde me bebo la cola de un trago.

Oficioso: 10 km en 48:34 con 86 ppm (???, sin pilassssss) (1º km en 4:57) Axiom 2 / 10 ºC

Las conclusiones son muy positivas, quitando el 1º kilometro ha sido una carrera progresiva, donde la cordura ha estado presente hasta la mitad del recorrido, donde he terminado fuerte (4:16 el último); donde las piernas han respondido y donde la patata no ha notado el sobre esfuerzo. Carrera que tenía gafada desde la primera vez que la corrí y donde sufrí mi primera pájara seria. Donde he recuperado a un compañero de carreras y donde esta vez he disfrutado del terreno, de los parajes y de una buena organización. La falta de costumbre me ha echo estar algo despistado con los tiempos, me encontraba tan fresco que no he mirado en ningún momento el ritmo cardiaco y solo me he dejado llevar por las sensaciones y el ritmo que marcaba el "chino".

Aranjuez ya tiene otro sabor.