Un constante billete de ida y vuelta

La mañana ha empezado rara, me sentía inquieto; al salir a la calle comprobé que el Garmin estaba despistado, las pulsaciones subían tan rápido como bajaban y casi no terminaba de arrancar, tanto "chino como yo. Como tocaban series, he intentado hacer algo más rápido de lo habitual el calentamiento para no estar tan frío como el miércoles pasado.

Me tomo las primeras series tranquilo, ampliando zancada pero regulando, e incluso con las series pares tengo en contra el aire y hace frenarme algo, pero la intención es llegar fresco a la segunda tanda de series donde habrá que darlo todo. Las primeras cuatro series se desarrollan con normalidad, sin embargo en la quinta aparece el protagonista del día y el que terminará por joder el entreno previsto y encabronarme para todo el día. Su nombre no lo recuerdo, y desconozco su raza; pero su cara de feo no creo que se me olvide.

Como os decía al recorrer la quinta serie aparece el cucho (terrier, pitbull o bulldog; no sé!!! –los que tienen las patas torcidas y la baba caída–) y corre de frente hacia mí; el dueño le grita a él y al mismo tiempo a mí (sin moverse del sitio) "Sino hace nada", y le contesto "Pues ya ha echo pararme...!!!"; –"Quiero decir que no molesta"– contesta el dueño cuando paso a su altura, prosigo la marcha y a los pocos metros noto que me tocan el pie y al mismo tiempo me adelanta, se cruza a mi paso y hace pararme. Me vuelvo al dueño y le grito "Que entiendes por no molestar!!!" mientras éste acerca tranquilamente, sin prisa. Desvío mi mirada hacia abajo donde se encontraba el perro y le se veo sentado a mi lado, con actitud de satisfacción, como cuando corren a por la pelota y la atrapan. Allí nos encontrábamos los dos; yo esperando a que corriera hacia el dueño y el esperándole para que le volviera tirar la pelota –es decir, yo–. Al tercer grito, el cucho me abandona y prosigo la marcha hasta el final, hago un descanso esperando inocentemente a que en la próxima el dueño le tenga cogido o entretenido. Vuelvo a afrontar la series, alargo la zancada, tomo velocidad a media altura y aparece mi compañero, intento esquivarlo acelerando más el paso dejarlo atrás; pero aunque es pequeño, es muy veloz; vuelve adelantarme; paro el crono y me vuelvo hacia el dueño y le grito –!Tío, tu crees que he salido de casa a las seis para jugar con tu "put... perro"!!!– mientras me dirijo hacia él; –"Perdona"– me contesta; !!!Joder, porque no te sacas las manos de los bolsillo y corres tú al "corre que te pillo"!!!. Observo que sonríe, y le mando donde os imagináis, me doy la vuelta y decido cambiar de entreno. Haré fartleks de 5 minutos durante media hora y soltar el cabreo y la impotencia que siento. Sin embargo son los típicos días que empiezan mal y con el paso de las horas no mejora, sino al contrario que se lían como una madeja de lana.

Lo mejor del día –aparte de volver a casa y estar con Luisa–; fue encontrarme de nuevo en La2, la repetición del programa "La mitad invisible" dedicado a "La Gran Vía" de Antonio López. Es uno de mis artistas favoritos, pero creo que es al único que admiro. Desde hace años cuando descubrí su obra en Tomelloso, me quedé admirado de su realismo, de su paciencia, de su amor a su trabajo, y sobre todo al amor de sus ideas. Ha sido un artista que no se ha dejado influir por las tendencias artísticas, ni por las prisas de nuestra sociedad, ni por los aplausos gratuitos y menos por los focos de la fama. Sigo perplejo al escucharlo de nuevo hablar; hablar con pasión de lo que hace, de lo que piensa, de como vive y como ama lo que hace, lo que piensa y lo que vive.

Pues al final, el día no ha sido tan malo !!!