Un constante billete de ida y vuelta

No se porqué estos días hago pequeños cambios en el desayuno, quiero creer que son los nervios.

Este año estaba tranquilo, el recorrido ya lo conocía y las conocidas cuestas lar recordaba y eso da cierta prudencia a la hora de afrontarlas. A las 8:30 estaba esperando a Fernando en la puerta de su portal, con el dorsal que incorpora el chip nos ahorramos los madrugones (ya veremos el resultado cuando salgan los tiempos oficiales). A las nueve nos encontabamos en Fuencarral con tiempo de sobra para cambiarnos y calentar hasta la salida. A las nueve y media daban la salida, pero al ser la zona tan estrecha, tardamos casi 2 minutos en pisar la línea de salida, tomamos algunas calles para dirigirnos a la Avenida del Cardenal Herrera Oria (donde durante este trayecto siento ciertas molestias en la rodilla, pero que pasan pronto) y desde aquí descendemos hasta la carretera El pardo; los tiempos son rápidos y adelantamos continuamente a corredores y nos sentimos frescos, pero sobre el kilometro 10 tengo que hacer un parón para expulsar líquidos antes del próximo avituallamiento donde tomaré el gel. Cruzamos por los cuarteles y nos decimos que ya hemos llegado a la verdadera Media del Pardo al contemplar la tendida cuesta de casi 4 kilómetros, hay gente que empieza a quedarse y llegando al final las piernas empiezan a quedarse duras, las cuales oxigenamos abandonando El Pardo, durante la cuesta con pendiente favorable que nos lleva hacia el kilómetro 19 donde empieza el dichoso Turmalet de esta carrera, donde las piernas se bloquean pasando el puente que cruza la carretera de Colmenar y mirando la última cuesta que nos dirige al Estadio, donde correríamos los últimos metros, al final cruzamos la meta en 1:47:59 oficiosos y 1:49:46

oficiosos. Nos felicitamos los dos y recogemos las bebidas y tomamos dirección al coche.

Las sensaciones son buenas, pero con la impresión de haber reservado mucho, sin haberlo dado todo, al final el tiempo es casi el mismo que el del año pasado, pero con las pulsaciones altas desde el primer kilómetro.