Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Como se agradece compartir un entreno con un amigo de toda la vida.
A las 17 horas me encontraba en casa de Ismael, como habíamos quedado, subí para saludar a todas sus chicas y ver como crecen las tres renaquajas de la familia.
Luego tomamos dirección el camino de don Quijote y fuimos a un ritmo de 5:40 durante los primeros 7 kilómetros, charlando y contemplando el horizonte manchego, el cual hecho de menos a veces y solo sé valorar en su justa medida cuando llevo tiempo si volver al pueblo y por lo tanto sin contemplarlo; con el silencio del entorno poco a poco me despojo de mi miopía urbana y levanto la cabeza para disfrutar de la luz característica de la zona, de sus matices de ocres y de su aire.
Después de llegar al merendero (después de haber sorteado infinidad de nubes de mosquitos), giramos a la derecha para tomar dirección al monte. A Ismael le observo contento de sacar un ratillo y trotar por los caminos, incluso propone a largar el recorrido por un camino paralelo al Záncara y desde aquí vuelta al pueblo. Al final nos salen casi 15 km, demasiados para lo que había previsto pero el entreno sirve de desconexión, y mañana será otro día.

14,63 km en 1:28:54 con 150 ppm (1º km en 8:32) ? ºC / Ride 2

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