Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Salida tranquila intentando recuperar las piernas para mañana que toca hacer la tirada larga de dos horas, con las dudas de saber si aguanto y que conclusiones saco.
Me tocó madrugar otra vez, aún siendo sábado, había que correr antes de viajar al pueblo, en el fin de semana de comienzo de Carnaval, es difícil encontrar un hueco para salir a correr sin apartarte algo de la vida social, por ello para disfrutar de todo hace falta sacar horas de donde se puede, es decir de sueño.
Era algo más tarde que el horario semanal pero se notaba algo distinto, las ribera estaba desértica, la gente no paseaba a sus perros y algún despistado trasnochador volvía a casa buscando un atajo. Me ha costado coger un ritmo y tengo que reconocer que incluso a mitad de entreno he notado molestias en el píe y pensado varias veces abandonar el entreno con la excusa de la molestia, pero realmente era por lo incomodo que me encontraba corriendo, lo que ayer era júbilo hoy se ha convertido casi en tormento; y digo casi, porque hay una cosa que me ha hecho recuperarme y es ver amanecer. Ver romper el día ha sido un soplo de aliento y una distracción, pues acostumbrado a la noche y la oscuridad de las calles; ver asomarse al sol por detrás del puente de Toledo, con sus tonos rosas y naranjas, realizando sombras chinescas mientras jugaba con las nubes ha sido una delicia. Una delicia ver la luz y como le ganaba la partida a la oscuridad. Una delicia volver de día.

11,92 km en 1:09:34 con 141 ppm (1º km 8:43) 5 ºC / Triumph 7

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