Un constante billete de ida y vuelta

Mi vida la paso entre dos puntos y a veces al despertar no sé muy bien donde me encuentro, si en mi añorada localidad natal o en la queridísima ciudad de adopción

Pues queda oficialmente nombrado el miércoles como día de cuestas.
Por lo tanto solo queda calzarme las zapas, vestirme hoy de invierno y salir a la calle a disfrutar de uno de mis circuitos preferidos, y donde hay cierta distracción. Hoy soplaba un aire molesto y algo frío, el típico que precede a la lluvia, aún así no he cogido el chuvasquero para no sudar como ayer. El circuito no es espectacular, técnicamente hablando, pero cualquier calle del centro siempre tiene algo de sorpresa, a esas horas no son calles muy transitado si exceptuamos a los coches y algún trasnochador, pero me distraigo bastante por esta zona, quizá sea la obligación de prestar atención a los cruces; o días como hoy, intentar no sobresaltarme en exceso con los ruidos extraños y misteriosos que se crean en soledad y penumbra, observar los edificios, los cambios de los locales en calles comerciales, sus escaparates, etc.
Leí un día que el ser humano para intentar crear un orden, siempre observaba a su alrededor e intentaba crear secuencias para de esa forma calcular el tiempo y no sentirse perdido, ni desorientado. Y eso me pasa constantemente en Madrid; el camión de reparto de la esquina de casa, el chaval con la mochila en la parada del autobús, los guardias reales esperando entrar para empezar su turno, la mujer que pasea su perro por los alrededores del palacio, el camarero del bar Pascual sacando las mesas y sillas, los empleados de SAMUR fumando un cigarrillo antes de empezar o acabar la noche; y los empleados de la limpieza regando con la manguera en la calle Toledo. En este punto inconscientemente siempre recuerdo una imagen, que me recuerda al Madrid nocturno, al Madrid real con sus andamios, su mezcla de colores producido por las luces de neón, su soledad, su aire retro disfrazada de modernidad. Esa imagen es una secuencia de la película "La ley del deseo" de Pedro Almodovar, donde Carmen Maura se refresca una noche de verano. Y donde se expresa con un mínimo gesto lo liberador que puede resultar quitarse las ataduras y dejarse llevar por el deseo. Que bien sienta !!!
Bueno, pues hasta el miercoles que viene, que volveré a recordarla.

12,1 km en 1:09:56 con 144 ppm (1º km en 9:48) 7ºC / Triumph 7

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